Poligamia y poliandria legalizada

Poligamia y poliandria

Desde hace dos años, en España los homosexuales (gays y lesbianas) se pueden casar e incluso adoptar hijos; es legal y hasta es políticamente correcto. Por tanto, nada que objetar por ser este un importante logro social para un colectivo que durante demasiados siglos estuvo denostado e incluso perseguido. Por fin, personajes como Sócrates, Miguel Ángel, Alejandro Magno, San Agustín, Oscar Wilde, Rock Hudson, Leonardo da Vinci, Shakespeare, Andy Wahrol, etc., podrán hacer de su vida privada una forma de vida más libre y pública.

Queda otro colectivo aún difamado y perseguido: los polígamos o poliándricas. Sé que ambas formas de unión están sujetas a todo tipo de controversias e, incluso, persecuciones legales e ilegales pero hoy, aprovechando que es domingo y tengo la cabeza en plan relajo y con ganas de polemizar, quiero comentarlo en contraste con la visión que desde la religiosa cristiana tuvo, y tiene, este asunto.

No creo que nadie puede negar ciertas evidencias: en el Antiguo Testamento se cita que Abraham, Jacob, David y Salomón, entre otros muchos, fueron polígamos compulsivos. Incluso, ya dentro del Nuevo Testamento, hay un pasaje bíblico, el de las “10 vírgenes”, donde Jesús pone a la poligamia como ejemplo de lo que debe ser y no debe ser la optima relación de marido y las esposas en un símil con el reino de los cielos; así, en Mateo 25: 1, se dice:

“Entonces el reino de los cielos será semejante a 10 vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Y las cinco de ellas eras prudentes, y cinco eran insensatas.

Las que eran insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas.

Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.

Y a la media noche se oyó un clamor: “He aquí el esposo viene, salid a recibirle”.

Entonces todas se levantaron, y arreglaron sus lámparas.

Y las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan”.

Más las prudentes respondieron diciendo: “Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas”.

Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo, y las que estaban preparadas entraron con el a las bodas; y se cerró la puerta.

Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!

Más él respondiendo, dijo: “De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues porque no sabéis el día ni la hora en que el hijo del hombre ha de venir”.

De todas maneras, quizá sea mejor alejarse de la Biblia como referente para tratar asuntos sociales dado que en sus escritos hace aguas por todos lados y en todos los temas.

¿Alguien, realmente alguien, cumple a rajatabla Los Diez Mandamientos? Tal vez algunos de ellos si sea fácil respetarlos pero hay otros que es mejor ni mentarlos como, por ejemplo, el décimo ("No desearás la mujer de tu prójimo, no codiciarás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo").

Volviendo al tema de los polígamos y las poliándricas, las diferencias culturales y ancestrales han pasado por ese asunto casi de puntillas.

Lo que en el Islam y el judaismo más ortodoxo aún ahora se permite (la poligamia), en la iglesia católica actual no, pero sí se permitía hasta antes del Concilio de Trento (1536).

Por tanto, las tres religiones monoteístas más extendidas son muy permisivas con algunos asuntos del sexo cuando el beneficiario es el hombre (la poligamia, las concubinas, las esclavas, la prostitución e, incluso, el incesto), pero son terriblemente machistas cuando se trata de la mujer.

Mi opinión: que cada cual haga con su vida privada lo que le venga en gana; eso sí, siempre y cuando a la hora de conquistar a alguna nueva esposa no vaya a la conquista de la que yo tengo en mis sueños… jejeje.